lunes, 25 de enero de 2010

Confesión matutina.

Cuando apenas amanece,
y el alma todavía no ahorra enfados.
¿Para que esperar la noche?
Confieso que:
He cambiado un poco.
Ya no tiro pelotas al cielo;
Mantengo mis retratos en un cajón;
He quitado los botones a mis camisas
Y mis zapatos…
Bueno, mis zapatos continúan manchándose,
Pero ahora, ya se donde se pueden lavar.
Confieso que he cambiado un poco.
(antes que llegue la noche)

No hay comentarios: