jueves, 24 de noviembre de 2011

revelando mi tiempo devocional

tomo este tiempo para revelarles, lo que aveces pasa en mis tiempos devocionales

Viernes 14 de octubre

Hoy ha salido el sol. Es una mañana hermosa, como las que suelen iniciar y terminar alegres. Con planes para el día. Planes para el reino de Dios, pero también planes placenteros y necesarios: pagar el predial; estudiar la biblia con una chica que desea iniciar una célula; orar por la ciudad en una explanada; ir a una junta de investigación; ver una película; comer rico; ver la inauguración de los juegos panamericanos; esperar un fin de semana para pasarla con amigos.

Abro la biblia en el pasaje que me toca en el devocional. Es Lucas 9: 18-27, lo abro alegre, pensando, que voy a alimentarme por fin. Con esto mi día tomara buen rumbo. Mi conciencia está tranquila y así me siento alegre. Pero siempre. Siempre que me acerco a la palabra con ganas de escuchar la voz de Jesús, el interrumpe mi día. Me provoca espasmos en mi vida eterna. Y este día no fue la excepción. Abro el pasaje y comienzo a leerlo lentamente, como aprendí hace poco. Mientras lo leo como un niño chiquito que empieza a leer, le hago preguntas a Jesús. Y espero sus respuestas…me quedo un poco insatisfecho pero continúo con mi lectura lentísima…de pronto llega a lo siguiente:

-¿Quién dices que soy yo? (...) Si alguien quiere ser mi discípulo que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la salvara. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se destruye a sí mismo? Si alguien se avergüenza de mí y mis palabras, el Hijo del hombre se avergonzara de él cuando venga en su gloria y en la gloria del Padre y d los santos ángeles.-

Al leer estas palabras llego el espasmo esperado...siempre que llega ese momento a veces hago lo siguiente:

1. Pensar: Que Jesús tan extremo. Lo intentare, haber si este día lo puedo lograr pero sé muy bien que esto no se logra solo con buenas intenciones, pero como ya me debo ir, no puedo perder más tiempo en pensar más en el asunto.

2. Me pregunto: ¿que quiere decir? nunca puedo entender en su totalidad que es negarme a mí mismo. Así que decido ignorar de una manera amable estas palabras. las palabras me remuerden la conciencia media hora o una hora máximo, y de ahí en adelante mi vida sigue igual.

3. Mientras leo, y vuelvo a leer, no logro entender. Y le digo a Jesús: como desearía hacerlo, pero mi vida te ha demostrado que no puedo hacerlo aunque quiera. Ser tu discípulo es más difícil de lo que pensé. Y me retiro con una insatisfacción incomoda, pensando: quizás Jesús lo dice para que le pidamos perdón y depositemos nuestra confianza en él y a seguir adelante aunque fallemos. Pido perdón, pero me voy con un deseo intenso de querer vivir de esa manera, sin saber cómo podría lograrlo.

4. O también puedo…seguir esa voz que me está palpitando fuerte en mi corazón. Y digo: pero es muy arriesgado Jesús. Y recuerdo el tiempo pasado donde he hecho caso a la voz potente y recuerdo puras cosas poderosas que pasaron. ¡Sin duda es esto! Me llega una incertidumbre que me come por dentro…no me deja tranquilo, hasta que me toma. Y sigo pensando: pero ¿que tal si solo hoy tengo esto y mañana ya le estoy fallando a el? Me quedo pensando otro rato, pero decido hacerle caso. Salgo valientemente a enfrentar el día.

La vida en el señor es cada día tomar decisiones. No quiero decir que las decisiones que mencione anteriormente sean las equivocadas ni tampoco las correctas. Dios a través de su palabra debe mostrarnos como andar cada día. Es una relación entre él y nosotros. Debemos aprender a conocerlo, saber que desea, saber que palpita en su corazón y decidir adoptar esa palpitación.

En estos tiempos deseamos cosas concretas, consejos prácticos, quizás al leer estas letras dices, esto es lo que necesitaba (por lo directo). Pero no podemos basar nuestro cambio en palabras humanas, la escritura está llena de palabras y consejos directos, y son directos del creador. Nosotros decidimos si ignorarlos o llevarlos a nuestra realidad.

Mi día sigue. Ni siquiera sé si las palabras que he escrito las llevare a cabo, pero él sabe cómo tratar conmigo, no me dejara hasta hacer su voluntad. Y eso es lo que anhela mi alma.

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