jueves, 26 de junio de 2008

la esperanza duerme en el cielo

Despierto,

y de nuevo la esperanza duerme en el cielo.

Siempre tan paciente,

Parece un pan acabado de salir del horno.

Hasta el más abatido cae en su aroma.


En la tarde,

mientras camino esquivando,

las rayas paralelas de la banqueta,

ella se encarga de traer a mi memoria, aquella piedra gris,

manchada por mis huellas.

En su cresta,

el tiempo se había encargado de formarle una cama,

una cama para los pisoteados,

una cama para los desvalidos,

para los huéspedes de la soledad.

Una cama a mi medida.


Acostumbraba visitarle muy seguido

Para mirar el cielo de frente.

Un cielo mudo.

Pero un cielo divertido.

Le lanzaba preguntas como pelotas,

Pero rebotaban en su panza.

Siempre me volvían a caer a la boca.


En las tardes no era lo mismo.

La falta de respuestas me tenía preso.

Si llorar borrara el ayer desde cuando estaría libre.

Lloraba toda el alma, lloraba mi sombra.

Lloraba toda mi niñez, lloraba hasta empapar mi camisa.


En los 360 grados nadie me veía.

Solo el, el cielo mudo.

Solo el sabía calmar mi agonía.

Se vestía de colores y hacia formas con las nubes.

Podía crear cualquier forma.

Formas que deseaba montar para escapar del mundo.


La visita terminaba con una siesta,

donde soñaba nada.

A veces solo concluía con una mirada.

Una mirada hambrienta,

que devoraba cada milímetro de cielo. Cada suspiro

Al regresar a casa, el me miraba la espalda. Yo sonreía.


Ya deje de esquivar las rayas en la banqueta.

¿Porque mirar suelo sucio si arriba hay un cielo limpio?

Parece un pan acabado de salir del horno.


No es el cielo el que me tiene absorto.

No es la esperanza que duerme en el.

Es el creador de la esperanza.

Que nunca duerme. Al que espero.

No hay comentarios: