miércoles, 11 de noviembre de 2015

LA BIBLIA DEL MEXICANO

He estado leyendo el libro: la increíble hazaña de ser mexicano. Me ha parecido muy relevante, porque el autor se mete hasta la cocina de la cultura mexicana, para mostrarnos que a pesar de estar en el siglo XXI, continúa patas pa'rriba. En una época globalizada no es fácil encontrar a personas que estén interesadas en desempolvar el tema del "mexicano" con el interés de superarnos como nación. 
Con mucha elocuencia, el autor revela todo lo que nos hace sentir orgullosos y hasta tolerantes con nosotros mismos, pero que es degradante. Pasa por los temas de la familia, los patrones que consciente o inconscientemente venimos repitiendo culturalmente; el uso de la ironía al hablar de nuestros triunfos o fracasos personales; la ingenuidad que llevamos cargando por la vida, que no esconden inocencia, sino nuestra resistencia a entender y aceptar lo que debemos cambiar. 
Al ser un psicoterapeuta e investigador secular, sus conclusiones obviamente son muy humanistas. Pero deja en claro algo que me parece muy importante: El mexicano sabe que su cultura tiene muchos elementos que son un tropiezo para su desarrollo (por escritores mismos o al experimentarlo en carne propia), pero tiene miedo y a la vez sigue estando orgulloso; se siente maduro y libre, pero a la vez dominado. Basta con observar las contradicciones que viven los matrimonios de los mexicanos.  
Me ha hecho reflexionar en los aspectos de mi cultura que afectan mi caminar por la vida (el machismo, el miedo, la ironía con la que hablo de mi trabajo, el autosabotaje, etc). Incluso me pone a reflexionar en mi resistencia a levantar fondos para continuar con mi servicio con los estudiantes sin que afecte la economía familiar ¿Porque me da tanto miedo? ¿Porque siento que me rebajo? ¿que escondo en realidad? ¿Que esta en juego?
Con estas reflexiones y la de algunos libros sobre la misión cristiana, pienso que han sido raras las ocasiones en las que en nuestras congregaciones o eventos, se enseña sobre las dificultades de ser un cristiano-mexicano. Muchas de las contradicciones que sufrimos en nuestro caminar cristiano, también provienen de no tomarnos en serio el hecho de que fuimos enviados a una familia en particular, a un barrio, a un país, a México y todo lo que ello implica. Que toda la vida hemos estado observando y aprendiendo patrones e información en casa, en la escuela, en la TV, en la iglesia y que aunque no corresponden con la voluntad de Dios, forman parte de nuestra propia cosmovisión. 
La mayoría de las veces, cuando un "mexicano" se encuentra con la Biblia, lo hace sin tomar en cuenta que es un "mexicano" y del siglo XXI (lo pongo entre comillas porque no creo que de ello dependa la identidad de los cristianos que viven en este territorio (ya globalizado); además, para replantear la relevancia del tema de la nacionalidad para el cristiano).
En ocasiones, el cristiano ni si quiera toma en cuenta que pertenece a una familia. Que ha sido condicionada su percepción de la realidad (incluyendo la de la Biblia) por su contexto.
Regularmente, en el preciso momento en que el cristiano se dispone a leer la Biblia, se identifica como "un ser único" (ni siquiera un ser humano, ni siquiera un cristiano). Se le olvida que al igual que los otros debe ir al supermercado o a pagar las cuentas o que le gusta ver el box los sábados por la noche. Se ve así mismo como un ser único, que debe ser tratado por Dios como único en su especie. Su circunstancia es única, por lo tanto (se dice inconscientemente:) "algo me tiene que decir la Biblia (!a mi!)."
No se toma enserio la premisa, de que lo que está escrito no es para él. Le asusta pensar en eso (de ahí que no entienda la mayoría de lo que está escrito). Insiste en que la Biblia fue escrita para él. No soporta entrar como observador, como visitante, como tercera persona. Quiere ser el centro de atención, porque es en el único lugar donde le han prometido que será el centro de atención. Le han dicho que Dios es un caballero y lo asocia con la insensibilidad del mundo que lo rodea (trabajo, familia, escuela, iglesia) hacia su valor como persona.
Su impaciencia lo ciega y no le permite ver el porqué Dios decidió que sus palabras quedaran escritas para personas de otras épocas, otras culturas, otros contextos familiares.
Al mexicano evangélico le han dicho que "La Biblia es su manual de vida, la respuesta a sus preguntas" "Todo viene allí". Pero no le han hablado del enorme costo que implica escuchar la voz de Dios en éste tiempo. No se pone a pensar en el enorme costo que pagaron los profetas para distinguir lo que Dios quería decir a sus contemporáneos y a ellos mismos.
Al mexicano no le han hablado mucho sobre como tratar el hecho, de que en la Biblia no se registran asuntos de nuestro día a día: decidir si es prudente contratar cable e internet, que carrera estudiar, de que manera cantar el himno nacional o como tomar la noticia de que mi hijo viene con síndrome de down.
Aclaro, no estoy denunciando la cultura evangélica de la cual he sido parte. Hablo de esto, porque lo he vivido. Duele voltear a ver que muchas de nuestras percepciones de la Biblia, se basan en protegernos de la inseguridad que se siente en el mundo. Me doy cuenta de que nos han prometido desde pequeños seguridad, con el simple hecho de tener un plan de lectura disciplinada. Cuando la verdadera seguridad proviene de Dios y del poder del evangelio (algo que no se lee solamente).
¿Valdría la pena preguntar, que sería del mexicano si antes de ponerse a leer la Biblia se identificara como mexicano, como condicionado por una educación familiar imperfecta, como vulnerable en su percepción de la realidad y las escrituras? ¿Ayudaría esta actitud a que el poder del evangelio penetre la totalidad de nuestro ser?
Pienso en los problemas existenciales que atravieso cuando me invitan a compartir un pasaje en una congregación. Pienso en lo difícil y desgarrador que es distinguir el mensaje de Dios para un grupo específico de personas. Pienso en las conjeturas (en ocasiones fáciles) cuando me siento a leer la Biblia para mi propio beneficio, pero sin un compromiso de vivirlo. Encuentro contradicciones en mi caminar. Y no se porque todo esto me recuerda a la pregunta que Jesús le hizo a los que habían creído en él, pero que no lo amaban. Personas con crisis culturales como la nuestra:
"¿Por qué no entienden mi lenguaje?"
Esa pregunta me ha hecho estremecer. No hay respuesta. Ellos no lo saben. Ni yo. Así que Jesús nos revela la profunda verdad:
"Porque no podéis escuchar mi palabra...
El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios."
Parece que la clave para entender lo que Dios dice, es pertenecer a Dios.
PERTENECER... un concepto que hace falta retomar en estos tiempos, donde se habla tanto de autonomía y de libertad; de falta de identidad, de resistencia a la globalización. 

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