martes, 15 de abril de 2014

Apuntes de la entrevista al poeta Marco Antonio Campos 6 de abril de 2014

me di cuenta que no tenía caso estudiar Derecho en un país donde no existía...
Entre un libro de poesía y otro que publico, si lo ves, hay una distancia entre cuatro, cinco, seis o siete años; yo sé, como me decía Sabines, que la poesía llegará...
El primer verso, como decía Valéry, te lo dan los dioses y después te las arreglas como puedas...
La poesía ha sido una suerte de biografía del alma, donde cabe lo racional y lo irracional, y a veces en lo irracional se pueden hallar los instantes más bellos...
Cuando van pasando los años, cuando llegas, por ejemplo, a los 50 o los 60, debes cuidar más que nunca cada línea escribes...
Uno siempre es inferior a los sueños de su juventud...
Siendo muy joven quería abarcarlo todo y fui probándome en cuanto género podía, pero siempre consciente de que debía respetar el género, es decir, si era narrativa que se contaran historias y se contaran amenamente; igual en la crónica. Para el ensayo y la crítica, aprendí con Octavio Paz, que se podía pensar y conceptualizar en imágenes, es decir, que poesía y reflexión estuvieran íntimamente unidas, y en el caso de la entrevista, que me parece un subgénero, darle un ritmo y editarla hábilmente. Pero detrás de todo lo que he escrito hay siempre la sombra de la poesía...
por una larga experiencia en el cotejo, yo soy de los que desconfían a muerte de las traducciones de poesía no hechas por poetas...
Los libros, no la familia ni la escuela, me dieron las dos perspectivas que son esenciales en mi vida: la estética y la ética...
Yo creo que cualquier poesía es válida si es buena. Ya lo dijo García Márquez: «El deber de todo escritor revolucionario es escribir bien»...
Menos que de denuncia he querido dejar un testimonio...
Desde luego hay bellísima poesía política como, por ejemplo, en España aparta de mí este cáliz (Vallejo), Tercera Residencia (Neruda), El hundimiento del Titanic (Enzensberger) o en los libros sobre la segunda guerra mundial de los italianos Quasimodo (Día tras día) y Sereni (Diario de Argelia)...
lo objetivo y lo subjetivo se alían y hablan el lenguaje del alma y para el alma...
admiro mucho las obras de Blanca Varela, cuya poesía –breve, concentrada, difícil- parece muchas veces escrita a cuchillazos, y de mi gran amigo Antonio Cisneros, quien no tiene un libro malo, y que todo lo que toca lo vuelve poesía...
la poesía peruana fue una de las tres o cuatro mejores de la lengua española en el siglo XX...
a veces recuerdo las líneas populares del vallenato que en su obviedad incontestable esconden una gran evidencia: «Me están matando los años/ y no me compongo todavía».

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