miércoles, 6 de julio de 2016

¿LA FAMILIA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD O LA COMUNIDAD AL SERVICIO DE LA FAMILIA?

Ayer platicaba con un amigo sobre las presiones brutales con los que lidia una familia citadina:

  • una presión social a ser exitosos, a no fracasar, a tener una despensa digna (que en ocasiones es cuestionable el concepto "digno"), a tener auto propio, casa propia, un trabajo bien remunerado, hijos que no sean drogadictos, delincuentes, homosexuales, hijos "inteligentes" (a tal grado de andarlos estimulando antes de tiempo), una estabilidad matrimonial, sortear cómo mantener a los parientes contentos con nuestras decisiones... 
No es de extrañar que los estados de ánimo sean tan vulnerables y acaben perdiendo el control del destino familiar.
¿Cuánto de todo esto es cultural? ¿Cuánto es por conformismo, por miedo, por orgullo, por ignorancia?
Estamos tan impuestos a rascarnos con nuestras propias uñas como familias, cuando podríamos ser parte de comunidades que se apoyan mutuamente (comunidades de aprendizaje).
Hay comunidades "indígenas" que toman decisiones en comunidad y adaptan sus decisiones familiares a los valores que promueve la comunidad.
Pienso que en teoría, este es el mismo principio de la "comunidad cristiana" a la que pertenezco, que se jacta de vivir los valores de Cristo y de la iglesia primitiva y en ocasiones se le sorprende haciendo un proyecto institucional y no comunitario. Se promueve mas la enseñanza teórica y abstracta, el canto, el servicio en cuestiones de hacer mas agradable el culto, la reflexión y la aplicación personal sin un compromiso comunitario...
Son estas comunidades las que tienen un potencial enorme para ayudarse con las enseñanzas de Cristo, para tratar en comunidad los temas contemporáneos que nos están absorbiendo a todas las familias a la luz de la Palabra.
El milagro de la multiplicación de los peces, del pintor Rafael

Me imagino todo lo que pudiera pasar si 10, 50, 100, 200, 300 personas que asisten un domingo a escuchar un sermón, en lugar de ello, estuvieran discutiendo temas que realmente les preocupen: sobre cómo hacerle con la violencia en la colonia, como hacer un presupuesto familiar, un plan educativo para nuestros hijos, discutir sobre el tema del crédito, etc, verificando si sus conclusiones están o no de acuerdo a los valores de Cristo. Por supuesto habría discusiones muy acaloradas, pero con la autoridad de las escrituras y con la lealtad a Cristo se podrían solucionar. Comunidades que luchen contra el sistema capitalista tan aplastante.
Habría que matizar varias cosas en este tema, como el papel del individuo en la familia, el de la familia en la comunidad, el de la comunidad en el mundo y por supuesto el del Espíritu Santo... pero ¿Apoco no es preocupante que al compartirle a una persona del evangelio, tengamos la seguridad de que Cristo le va a amar, perdonar, estar a su lado, pero que no tengamos la misma seguridad de que eso va a pasar en nuestras comunidades? ¿De qué se trata entonces el reino de Dios, donde está su poder tranformador si no hay personas que vivan los valores de Cristo en el mundo?
Creo que no debemos amoldarnos, debemos invertir muchos esfuerzos por aprender a ser/hacer comunidad. Es verdad ya se está dando un tipo de comunidad, pero tendríamos que ser mas intensionales y críticos. Dialogar qué tipo de comunidad somos y cuál es la que Cristo quiere que seamos.

Termino con una cita de Justo L. González:
"La iglesia debe manifestar unidad, pero no ante todo para su propio provecho, o para su propio orden, su propia seguridad, etc. La iglesia ha de manifestar unidad porque una iglesia fragmentada no tiene mucho que decirle a un mundo fragmentado".